Ponga la canción.
Siempre que veo un edificio que no estaba, una construcción que debería haber desparecido o un terreno baldío que no estaba ahí, me doy cuenta que otra vez atravesé esa delgada línea entre universos paralelos contiguos, los cambios son mínimos, sobretodo en México, a veces son personas que desaparecen o aparecen, gente que se vuelve extraña de un día a otro, gente que termina nunca cruzándose conmigo, uno se acostumbra y lo maneja de la forma más estoica después de atravesar tantos universos. Otras veces son cambios en cultura o costumbres, usualmente los cambios importantes no son notables hasta 10 o 15 años, pero de eso no me entero, tal vez por unos días me doy cuenta que un par de días antes aun existía Yogoslavia y que ahora no, pero esos recuerdos se evaporan, tanto que no recuerdo de dónde vine y por qué empezó a pasar esto.
A veces escribo cartas, pero estas siempre cambian, y se olvidan, a veces miro fotos de extraños y recuerdo que hace algunas horas eran importantes en mi vida, ahora no lo son, inclusive algunos son en estos universos especie de enemigos.
Algo que suele suceder es que a veces nos topamos y sentimos esa empatía de saber que nos conocemos tanto, que nos conocimos tanto, pero seguimos, no pasa nada, se acostumbra uno.
En este último cambio de universo despierto escuchando a Nina Simone, canciones que no existían en mi universo anterior, “Me voy a sentar a escribir a mi misma una carta pensando que viene de ti” qué linda.
Despierto con todo el tiempo libre del mundo, con resaca, agotado de un sábado sin tiempo libre, y el sabor en la boca a vino de Mendoza.
No está tan mal este universo, pero siento varias perturbaciones en las ondas gravitatorias.
Y leo que las acaban de comprobar en este universo.