Era una zona en una supuesta Tacubaya, y tenía dos exposiciones. En una de ellas había carteles con patrones de tráfico y piedras, cristales y caracoles encima de ellas, podías mover las piedras y yo tomaba un caracol de amatista, violeta, transparente. Después me iba a la otra y me perdía en una escuela.
¿Es la exposición dentro del sueño mía o de alguien más y la estoy procesando?
No sé.
Siguiente sueño.
Estoy en la azotea de una casa enorme y laberíntica muy parecida a la de mi padre. Mis hermanos están ahí y en algún momento hay muchos militares en las azoteas. Se acerca una nube entre gris y morado al nivel de los techos de las casas, me hago hacia atrás, mis hermanos en su versión adolescente, se acercan y hay una luz, entonces los militares y mis hermanos son desintegrados y sólo los zapatos quedan en el suelo derretidos.
No tenía miedo, sólo era extraño ver los converse de mi hermano menor derretidos y las botas de los militares junto a una camisa camuflajeada.
Fin de lo que recuerdo de los sueños.
Texto e imagen Guillermo Eduardo Martínez.